Repetidamente en la prensa están apareciendo noticias relacionadas con el ámbito de la dependencia. Las personas dependientes reclaman al gobierno el derecho que la ley de dependencia les reconoce a tener una respuesta ante las necesidades derivadas de la pérdida de autonomía. Por otro lado las empresas del sector reclaman al gobierno medidas fiscales que les permitan prestar estos servicios, además de mayor financiación.
Estamos de acuerdo con que el gobierno debe aplicar la ley de dependencia que reconoce a las personas el derecho a recibir asistencia en situación de dependencia, de acuerdo en que es preciso una dotación económica adecuada. Pero si bien el dinero es necesario, las trabajadoras de este ámbito son imprescindibles. Las actividades de cuidar las venimos realizando las mujeres en la sociedad al menos desde que nuestra memoria social es capaz de recordar. Pero claro se han realizado sin ningún tipo de remuneración, no han tenido un reconocimiento social, no han tenido un reconocimiento en la esfera de la vida pública. Y siguen sin tenerlo puesto que los salarios de estas trabajadoras son los más bajos y sus empleos son los más precarios. En el ámbito de la ayuda a domicilio, la precariedad se pone de manifiesto en que una buena parte del sector son contratos a tiempo parcial y además en la repercusión que tiene en su salario el fallecimiento de un usuario, porque en este caso la trabajadora pierde esas horas que tiene asignadas hasta que le adjudican un nuevo servicio. En cuanto a las condiciones de trabajo es importante reseñar que las empresas no realizan una valoración de los riesgos laborales en los centros de trabajo que son las viviendas de los usuarios.
Si pensamos en las trabajadoras de las residencias de mayores las condiciones de trabajo no son mucho mejores. Desde los sindicatos hemos peleado lo indecible porque se reconozca una cualificación profesional a las personas que nos dan de comer cuando no podemos hacerlo por nosotros mismos, que se encargan de nuestra higiene personal cuando ya no somos capaces de realizarla por nosotros mismos, y que tienen una palabra amable cuando nuestros familiares están en el torbellino del mundo que nos ha tocado vivir y no pueden estar junto a nosotros tanto tiempo como desearían. Pues bien esta cualificación se ha reconocido en el INCUAL, tiene el nombre de Gerocultor/a, la mayoría de las trabajadoras ha hecho un esfuerzo considerable por acreditarse como tal para seguir trabajando en el sector, sin embargo está siendo imposible cerrar el VII convenio estatal de la dependencia porque UGT exige que se les reconozcan unas funciones específicas en cuidados y atención directa, y que no sean una categoría polivalente (Limpieza, Lavandería y Cocina). Pero claro son mujeres, y en realidad lo único que hacen es lo que han hecho de forma gratuita desde principio de los tiempos, ¿Qué sentido tiene reconocer que para la sociedad son imprescindibles las actividades que realizan, que éstas actividades son valiosas y por tanto se deben reconocer como tales y con un salario digno? .En el fondo la sociedad entiende que esto no tiene valor. Rompamos una lanza en su favor; solo cuando algo nos falta, cuando nadie nos da comer, nadie nos ayuda en la higiene personal, nadie habla con nosotros, reconocemos su valor. Hagamos un esfuerzo y reconozcámoslo antes de que nos falte.